domingo, 30 de septiembre de 2018

Las finanzas de una kinesiologa

Trabajadora sexual esporádica mente, tras prostituirse a lo largo de sus estudios, Luis escoge estrictamente a sus clientes del servicio , mas en ocasiones se halla con ciertas sorpresas. De lo más excéntrico como mucho entrañable, nos da los mejores siete de sus encuentros más infrecuentes. Testimonio.

Sin duda, cada actividad tiene su cuota de anécdotas sorprendentes, que revelan tanto de nosotros mismos como de la raza humana.

Cuando hago cómputo, con calma , de mi experiencia como trabajadora sexual eventual ofreciendo sus servicios sexuales por Internet, una cosa está clara: en una relación arancelaria, la otra se revela. Esto puede dar sitio a situaciones cómicas que semeja apropiado reunir, por el hecho de que en ocasiones hay material para ganar alegremente " dinero ". Mi especialista especialista en vida en prostitución (sic), vámonos.
Vida normal, buena esposa, hijos refulgentes, empleo retribuido, adulterio sin dificultades y confusión de relaciones. Jean-Michel es un afable dentista que me recibió múltiples veces en su sitio de trabajo para rememorar su vida con un encefalograma plano.

Con una apariencia orgullosa y un amor simple, Jean-Michel en ocasiones puede ser aferrado, jamás desconsiderado. Nuestras asambleas prosiguieron infatigablemente exactamente el mismo ritual: recobré mi dinero, compartió sus temores y hicimos estupideces, antes que comenzase mis dientes. Gracias a él, jamás pagué al dentista. Gracias, ¿quién?
Amante confiada, más que decadente descarada, los hombres me preguntan sin la más mínima pretensión de tener relaciones íntimas. Realmente, frecuentemente se sienten demasiado intimidados para conseguirlo.

Desde nuestros primeros intercambios, trato de identificar, en el mejor caso, lo que está aguardando mi interlocutor. Privilegio a pretendientes que me confían y me hacen entrar en el museo de su cabeza; Entienda y tranquilice, esa es la esencia de mi actividad. Eludo clientes del servicio libidinosos o bien emprendedores.

Tras una rotura sufrida unilateralmente, sucede que un individuo lanza un nuevo reto (en un caso así, cautivarme), sin verdaderamente sentir el deseo.

Entonces, pasé una noche jugando FIFA dos mil nueve en dos con un cliente del servicio. Le gané, y nos quedamos amigos.

Gabriel me preguntó un arduo problema ético. Con él, violé mi principio esencial de escolta ocasional: no hay amor en el trabajo.

Esta joven de treinta nacido bajo Giscard 12 años mayor que estaba divorciando; su esposa lo había sustituido de forma rápida por el hecho de que trabajaba demasiado para su gusto. Entonces se trasladó a una investigación no lejísimos de la escuela de sus hijos, para aislarlos a casa del trabajo.

Una noche respondió mi anuncio, para no cenar solo. En el momento en que me uní a él en el restorán, lo hallé guapo, enternecedor y después ocurrente.

Tras nuestra cena , lo besé y le pregunté si me dejaba dormir contra él. No nos fuimos hasta unos meses más tarde; jamás va a haber sido mi cliente del servicio.

De forma regular me hallaba con Matthias en su casa conyugal en la rue Montmartre. Los efectos personales de su esposa colonizaron el sitio con orgullo, sin hacerme sentir culpable por todo eso. Tras todo, fue quien me preguntó siempre y en todo momento. Pasó una gran parte de su tiempo describiendo mi vida como pareja, insatisfactorio en todos y cada uno de los aspectos. Jamás comprendí por qué razón no se comunicaba más con su querida testera.

Un día, cuando llamaba a su puerta como es costumbre, me hallé frente a frente con su novia, que había regresado ya antes de lo aguardado. Matthias estaba parado detrás de ella y vi su cara licuarse. Entonces me di cuenta de cuánto era prescindible.

Instinto de supervivencia: fingí estar equivocado, lo que seguramente salvó a su familia. Esta mujer merecía sostener sus ilusiones sobre su pareja, aun si su compañero no era digno de su confianza. Esencialmente, todo esto no nos concierne .

Siempre y en toda circunstancia sentí un cariño amistoso por Sacha. Una vez por mes, dediqué mi velada a este joven analista financiero, no atraído por la menudencia, hasta el momento en que descubrimos a nuestros amigos comunes. Sacha era el mejor amigo del hermano mayor de mi amigo de la niñez, desde su asamblea preparatoria de Louis el Grande. Me prosigues?

Cuando descubrí que era una persona real, era culpable de culpa excesiva. Si me divertía con la situación, Sacha estaba afeitando las paredes. Pusimos fin a las datas programadas y me ofreció muchos viajes para ser culpable (¿de qué? No tengo ni la más mínima idea).

Desde este momento, lo perdí de vista. No obstante, sé que está casado con una mujer que conoció de igual forma que . Nosotros no reconstruimos
Mi encuentro con un " dinero de esclavos " me dejó percatarme de que mis pequeñas fantasías de pequeña promedio eran de una banalidad realmente triste.

En una habitación de hotel, me uní a un hombre que me entregó 5 billetes de cincuenta euros. Mi papel fue acordado de antemano: debí desplazar la lencería y jugar con los billetes, burlándome:

"¿Para qué exactamente dinero está? ¡Es para mí!"

No te rías, te aseguro que el ejercicio no es sencillo. Pasé 45 buenos minutos preguntándome qué hacía allá, mas me consolé al percatarme de que evidentemente hacía algo feliz. Me vestí y me fui a casa con este dinero. La naturaleza humana siempre y en todo momento me sorprenderá.
En el panteón de satisfacer los más "¿qué coño?", Es indudablemente que me uní a mi encuentro con el travestí tema. 

Una noche, me uní a un hombre casado con su soltero Batignolles a lo largo de una hora de roguery. Cuando llegué, me ofreció un tanto de agua, para rebotar , y después se quitó la ropa. Descubrí que empleaba Dim-ups , esto es, medias que, debido a los largos pelos de sus muslos, le habían caído a los tobillos. Su busto estaba adornado con un sostén demasiado grande, que parecía cauto.

Me entregó unos zapatos con tacones mareantes y un corsé. Me los puse, pretendiendo localizar la situación bastante normal, una cuestión de cortesía.

Allá me solicitó que lo llevase con una correa a su piso, insultándolo. Adoptando un desprendimiento que siempre y en todo momento me sorprenderá, actué en una forma de contemplación pasiva.

Desde mi opinión, era un auténtico caos: apenas me ponía de pie y no podía insultarlo. Mi sensibilidad exacerbada es bastante difícil de manejar con la dureza de estas relaciones humanas. Él parecía satisfecho. Él me pagó y me ofreció los zapatos. Inútiles.

Desde ese momento, es "¡No, gracias!"

Estas puestas en escena no son mi taza de té. De ahí que que entonces rechacé esta clase de enfrentamiento directo.

En el momento en que me contactaron para ser una madre substituta, me negué; mi útero jamás ha sido alquilado 

Después, un aspirante me invitó a la parte posterior de su Merco Benz a fin de que lo abofetease. De nuevo, respondí con un prosaico mas efectivo, "¡no, gracias!" ; Prefiero cosas bonitas.

En lo que se refiere a mi vida cariñosa, espero que jamás se halle con las maniobras de mis clientes del servicio. Simulaciones, engaños, cobardía y coartadas: poquísimo para mí.